Cuentan que uno de Etxarri-Aranatz robó una vez doce pollitos en el
pueblo de al lado, Arbizu, ambos en Navarra. Desde entonces al
ladronzuelo le llamaron Pio XII, pronunciado “Pio Doze”
con ese acento de vasco-parlante tan particular. Los de Arbizu no
acudieron a la Guardia Civil reclamando justicia, pues bien sabido es
que no se le puede pedir peras al olmo. De todas maneras, al de
Etxarri no le cayó una pena menor: el pueblo dejó de llamarle por
el nombre de la casa por el que era conocido, y pasó a llamarlo “Pio
Doze”, mote pronunciado entre risitas cómplices
que se extendió con inusitado éxito por todo el valle y durante
largo tiempo. Un castigo, a la larga, ejemplar donde los haya, mucho
más duro que abonar una leve multa.
En
este Un hivern fascinant,
y como hemos nacido para ver once —que dicen
al hablar en mal castellano
para expresar sorpresa, haciendo
un calco del refrán en
euskera hamaika ikusteko jaioak gara—
un mando de la Guardia Civil ha provocado el despido de Patxi
Zamoraal retirarle la tarjeta que le permite volar, tras más de tres
décadas de labor sin tacha en la
aerolínea Iberia;
un despido mafioso y a todas luces movido por la venganza contra el
portavoz de la Asociación Kontuz que tanto trabajo ha realizado
denunciando la corrupción en casos tan escandalosos como el de
la “desaparición” de Caja Navarra y
su “disolución” en
La Caixa.
Quienes conocemos la labor de Patxi
Zamora sabemos que no se quedará de brazos
cruzados, y tenemos la
firme convicción de la necesidad imperiosa de seguir investigando y
denunciando esta odiosa corrupción.
El
poeta Joan Margarit en
su último poemario publicado hace escasamente
un més Un hivern
fascinant,
nos regala el poema Finalitats,
cuyos
dos últimos versos proclaman: “Mai
l'oblit no podrà fer-me innocent. / La ignorància sempre em fa
culpable”. Hay
que investigar y
averiguar lo que durante tantos años han
hecho los políticos corruptos de guante blanco,
pues no estamos hablando
de doce pollitos. Algún
día, gracias a la
labor de Patxi
Zamora y otros
—y otras—
como él, lo conoceremos.
¡Ánimo!
El original, Negu harrigarri bat, se publicó en BERRIA.